La vergüenza es una emoción dolorosa y confusa que puede atormentarnos y ponernos en la interminable rumiación de «no ser lo suficientemente bueno/a». Es una especie de llave maestra de nuestras emociones, permitiendo que algunas sean vistas y expresadas mientras que otras quedan confinadas en el doloroso y enconado sótano de nuestro corazón.
El profundo dolor de la vergüenza y la forma en que nos lleva a enterrar y ocultar nuestros sentimientos hacen que sea una de las emociones más difíciles de abrazar y expresar. Casi todos/as nosotros/as luchamos con la vergüenza hasta cierto punto, y es un regalo reconocer por nosotros mismos que la vergüenza es un sentimiento que todos/as tenemos en común y que requiere coraje y confianza en la inteligencia del corazón para sanar.
La vergüenza surge por el deseo de pertenencia, por el deseo de formar parte del grupo. Necesitamos a los demás para sobrevivir emocionalmente. El miedo al rechazo o la ira, si alguien nos ridiculiza, hacen que surjan pensamientos inútiles y muy destructivos. Nos sorprendemos con frases como «Soy un/a inútil»,»Soy un/a mal/a amigo/a», «Soy un desastre» o «Soy un/a despistado/a».
La vergüenza tiene la «habilidad» de perpetuarse si tratamos de silenciarla o esconderla ante los demás y a nosotros/as mismos/as.
Soy malo/a porque no fui valorado/a por ella o por él; soy malo/a porque no tengo éxito o porque he fallado
El mensaje central de la vergüenza es «Soy malo/a». Soy malo/a porque no fui valorado/a por ella o por él; soy mal/a porque no tengo éxito o porque he fallado; soy malo/a porque me sentí molesto/a o enfadado/a mientras que otros/as parecían tranquilos/as. Esta reacción de vergüenza trae consigo un montón de dolor, haciendo difícil estar con o mirar incluso a nosotros/as mismos/as.
No queremos experimentar este dolor, así que lo alejamos y lo escondemos en algún lugar que esperamos que nadie más, o incluso nosotros/as mismos/as, lo veamos. Pero tan pronto como nos encontremos en una situación similar, probablemente empecemos a sentir la vergüenza y nos cerramos de nuevo.
Cada uno/a de nosotros/as tenemos una estrategia diferente para encubrir nuestra vergüenza, algunos simplemente fingimos que no está o nos distraemos tan pronto como llega, o quizá nos convertimos en presumidos u orgullosos en un intento de contrarrestar su «maldad» demostrando lo buenos/as que somos.
Las estrategias que se pueden emplear son una mezcla de perfeccionismo, logrando un gran resultado y asegurándome de que yo soy tan «correcto» como puedo ser en mi comportamiento simplemente escondiendo partes «vergonzosas» de mi mismo/a a de los demás. Muchoa/as estamos en el camino de aprender a cuidar de la vergüenza, por esto, nos gustaría compartir contigo cómo los tres fundamentos de la vida basada en el corazón, la atención, la inteligencia del corazón y los espacios de escucha te pueden ayudar con la vergüenza.
Mindfulness
Nuestras reacciones de vergüenza puede estar profundamente arraigadas en nuestras formas de actuar y de ver el mundo, y para entender esto mejor tenemos que ser capaces de verlo como está sucediendo.
El cuerpo puede ser una poderosa forma de explorar las emociones difíciles, incluyendo la vergüenza. Cuando sentimos que nos avergonzamos, podemos preguntarnos:
- ¿Dónde siento esto en mi cuerpo?
- ¿Qué son las sensaciones que estoy sintiendo exactamente, una sensación de calor o rigidez en la
cara, una tensión en el vientre, una sensación general de entumecimiento o disociación de
mi cuerpo? - Mientras las observo, ¿estas sensaciones y emociones permanecen iguales o cambian con el tiempo?
La conciencia del cuerpo puede convertirse en una forma segura de sostener y explorar la intensa experiencia de la vergüenza.
La curiosidad y la claridad que traemos al momento presente al explorar nuestras sensaciones corporales es un tipo de masaje que ayuda a aliviar la vergüenza y significa que podemos estar menos atrapados en la vergüenza la próxima vez que la experimentemos, y tendremos la habilidad de ver cuándo se va a producir y el/los motivos que la alimentan.
La inteligencia del corazón
Si somos susceptibles para avergonzarnos, puede ser muy útil tomarnos algunos momentos en nuestra vida diaria para expresarnos gratitud por el bien que hemos hecho, ya que estos pensamientos nos recuerdan el bien que vemos en nosotros mismos.
Estas prácticas cultivan nuestra inteligencia del corazón y sus cualidades innatas de calidez y bondad, permitiendo mantener nuestra felicidad y bienestar y hacernos más resistentes a la vergüenza.
Sin embargo, para encontrar una paz más profunda con la vergüenza, también necesitamos tomarnos un tiempo para escuchar lo que realmente estamos pidiendo cuando nos sentimos así. Uno de los mayores regalos que la vergüenza puede darnos cuando la sentimos aparecer, es la simple dignidad de permitirnos explorar qué sentimos.
Cuando nos sentamos con el sentimiento de vergüenza, tocando la herida de «maldad» o «injusticia» sin cerrar nuestro corazón a ello, somos capaces de restaurar nuestra dignidad humana inherente. Damos permiso a nuestra vergüenza para que nos muestre aquello que debe ser incluido y acogido de nuevo en nuestro corazón.
Espacios de Escucha
La vergüenza es una profunda emoción social, así que encontrar un espacio en el que nos sintamos lo suficientemente seguros/as para expresar nuestra vergüenza, honestamente, puede ser increíblemente útil. Encontrar un/a terapeuta o alguien cercano, o el grupo de compartir con amor puede proporcionar este apoyo.
Es importante no subestimar el tiempo que puede tomar el sentirse lo suficientemente cómodo/a con los demás para abrirse, y es una parte natural del proceso que esto lleve tiempo. El corazón tiene su propia inteligencia y ritmo, y empezamos a curarnos cuando somos capaces de respetar esto. No buscamos «confesar nuestros pecados» a los demás en un intento para purgarnos de nuestra vergüenza, pero podemos mostrar la más tierna y hermosa intención de compartir y expresar el dolor de una manera que lo honre y restaure nuestra dignidad inherente.
Los regalos de la vergüenza
La vergüenza es una emoción difícil y dolorosa que todos experimentamos a veces. Como parte de la experiencia humana, merece ser recibida con cuidado y paciencia. Gradualmente, quizás con la ayuda de las prácticas basadas en el corazón compartidas anteriormente y con amigos que nos apoyen, podemos empezar a dar la bienvenida a la vergüenza en nuestro corazón. La abrazamos con ternura para que nuestra dignidad humana inherente pueda brillar.
Al tener el coraje de cuidar la vergüenza, descubrimos nuestra dignidad y nuestra capacidad de vivir con más entusiasmo como seres humanos desordenados, imperfectos y amables.
Te invitamos a hacer esta breve práctica de reparación de la vergüenza del Máster Propio de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza