La llamada ley del karma nos afecta a todos por igual. Establece de manera universal cómo es la relación entre nuestras intenciones y los resultados. Ajena a las expectativas personales, indica que todo acto, pensamiento o acción deriva, tarde o temprano, en un resultado y un efecto determinado.
Ahora bien, ¿cómo tener en cuenta esta verdad sin caer en los terrenos resbaladizos del apego, el rechazo y la desidia?
La meditación aporta siempre la posibilidad de poner luz en todas y cada una de nuestras voluntades. La práctica no es un conjunto de ejercicios que nos lleven a ninguna realización especial. La meditación es un espejo donde podemos mirar con tranquilidad.
Al contemplar serenamente, observamos que todo se refleja a la luz de la conciencia.
En este sentido, contamos afortunadamente con los centros de meditación, auténticos laboratorios fotográficos de la existencia. En ellos, veremos cómo estamos y cómo nos sentimos, esto es, cómo nos estamos relacionando con nosotros mismos y con los demás. Así, observamos que, la postura durante la meditación refleja el tono existencial de la persona.
Durante la práctica todo se convierte en un reflejo del quién soy yo.
Los comportamientos de los practicantes, instantes previos, durante y después de la sesión de meditación también son buenos indicadores de su estado interno, así como la forma de colocar sus zapatos al llegar al centro, la manera de vestirse, de mirar, de hablar, de moverse, de recitar en las ceremonias, de inclinarse o de salir al despedirse. En la práctica todo se convierte en un reflejo del quién soy yo.
Por otra parte, meditar en soledad excesiva, sin una orientación adecuada sobre los procesos por los que uno atraviesa, puede llevar a engaños, como, por ejemplo, caer en el ensimismamiento.
En el seno de un grupo estable no hay escapatoria posible. Algunas personas mal entienden la meditación y la califican como una técnica que conduce al contentamiento. Esta es la gran mentira del mercado de la autoayuda.
Por lo general, acudimos a los centros de meditación buscando la salvación de las tormentas interiores.
Visto así, la práctica es un reflejo de las turbulencias que alimentamos. Cuando nos sentamos a meditar, el primer signo del desequilibrio lo encontramos al entrar en contacto con nuestro cuerpo. Toda la biografía emocional está inscrita en cada poro de nuestra piel.
La meditación es una fusión alegre y comprensiva con aquello que acontece.
El gran regalo surge cuando llega un momento en el que un meditador constata que no se sienta para alcanzar nada porque experimenta que todo es tal y como es en ese preciso instante. Esta es la gran bondad de la vía del Budha. La meditación no es una búsqueda de algo especial o diferente de lo que está sucediendo. La meditación es una fusión alegre y comprensiva con aquello que acontece.
En general se suele considerar la Primera Noble Verdad («El dolor forma parte de la vida») como la esencia mas característica del budismo, pero se olvidan que ésta no es mas que una parte de la realidad. Entonces surgen preguntas como, ¿y qué hay de la paz, acaso es posible? La respuesta es afirmativa y hace del budismo una pragmática existencial sumamente optimista.
Meditar es despertar
La Tercera Noble Verdad es la certitud de que no hay nadie al que liberar. Con el avance en la meditación, se vivencia una apertura comprensiva: el ego y sus creencias basadas en programas limitantes dejan de existir. Meditar es despertar. Hablo de una experiencia consciente. Meditar es darse cuenta de que tú eres un estado de gozo real.
Debemos ser conscientes de dónde está el verdadero trabajo con la atención. Meditar es cuidar, mimar y atender con energía estable el mantenimiento de la conciencia. Nos sentamos en meditación, para situamos y encontrar la quietud en los recovecos de nuestro ser. A través de esos espacios se hace visible la luz de la presencia que acaba envolviéndonos por dentro y por afuera.
Todos tenemos la capacidad de abrirnos, soltar tensiones innecesarias y fomentar el bienestar saludable.
Éste es el anhelo de todo seguidor espiritual. Para ello, el primer paso está en conectar con la sabiduría de tu propio corazón. Sólo cuando nos pongamos al servicio de la serena auto observación, aprenderemos a vivirnos en las luces y en las sombras de una manera armónica y natural.
El maravilloso regalo es vivir más despiertos.
El desafío más colosal hallar la paz interior.
El logro más provechoso percibir la claridad mental.
El sosiego de la meditación conduce a la lucidez de la mente.
A su vez, la lucidez de la mente desemboca en el sosiego.
Éste es una energía que no se halla sino en nuestro interior.
Meditar es un desvelamiento del ser. Consiste en estabilizarse, observar y contemplar con serenidad. Esta es una experiencia universal y la nueva visión que aporta la meditación.
Mirar adentro es un encuentro alegre que no necesita del esfuerzo de la voluntad.
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