El verano es una época ideal para continuar realizando prácticas con nuestra atención, ya que recibimos muchos más estímulos de lo habitual, tanto a nivel visual y auditivo como olfativo, táctil, etc. A lo largo del año, los estímulos que recibimos son menos impactantes o exuberantes que los que podemos disfrutar en estas fechas.
Por otra parte, el hecho de tener horarios laborales de verano, más reducidos que los habituales, o de que haya más horas de luz y calor, o el hecho de poder compartir más horas de juego y disfrute con nuestros hijos/as, posibilitan que las experiencias vividas puedan ser más placenteras, al aire libre o incluso en compañía de personas con las que en otras épocas del año no podríamos compartir tiempo y espacio personalmente.
La pausa vacacional en las tareas laborales permite que, tanto física como mental y emocionalmente cambiemos nuestros horarios y hábitos de vida, de forma que podamos explorar y experimentar situaciones, planes, desplazamientos o viajes a lugares nuevos. Precisamente por la poca automatización de nuestro sistema atencional en estos contextos novedosos para él, es posible una mayor intensidad y estabilidad de nuestra atención a la hora de conocer estos lugares y escenarios por primera vez.
Las condiciones climáticas, el calorcito, los amaneceres y atardeceres facilitan momentos de gran belleza que impactan e impresionan nuestra percepción, haciendo más fácil la permanencia de nuestra atención en el momento presente.
A mayores de estas pistas para ubicar aquellos factores que facilitan nuestra atención, a continuación daremos algunas sugerencias o pautas para incorporar la atención plena en nuestra vida cotidiana durante la temporada estival:
- Disfrutar de la Naturaleza: Ya sea en la playa, en un parque, bosque, montaña… o sencillamente en tu jardín o mirando por la ventana de tu piso, toma conciencia de lo que perciben tus sentidos mientras te conectas con la Naturaleza: observa los colores, las figuras quietas o en movimiento, los sonidos, las texturas y los olores a tu alrededor. Disfruta plenamente de cada uno de estos elementos y experiencias sensoriales, sabiéndote el observador de la Naturaleza como tal, y al mismo tiempo el observador de tí mismo/a durante el acto de observar todo lo que acontece en el presente a tu alrededor.
- Alimentación consciente: Durante el verano hay una gran variedad de alimentos frescos y saludables disponibles: lechuga, tomate, pepino, sandía, melón… Al preparar y comer tus comidas, presta atención a sus colores, olores, sabores y texturas, diferentes según cada uno de ellos. Tómate tu tiempo al ingerirlos para saborear cada bocado (no sólo el primero, sino también el bocado número 13, el 27 y el 35, por ejemplo) y enfócate en la experiencia de comer de una manera consciente. Aplica lo mismo para las bebidas: agua, zumos naturales, refrescos y demás maridajes.
- Actividades al aire libre: Con el buen tiempo puedes probar a hacer actividades físicas al aire libre: caminar, correr, nadar, practicar yoga al aire libre… Presta atención a las sensaciones en tu cuerpo mientras te mueves: siente el sol en tu piel, la brisa en tu rostro, el contacto de tus pies con el suelo… Mantén tu atención en estas sensaciones del presente mientras disfrutas de tu actividad. Y si las listas de tareas pendientes o tus vivencias pasadas vienen a querer ocupar tu mente, detén tu movimiento y respira hondo enraizándote aún más en el suelo para luego, una vez centrada tu atención en las sensaciones presentes, nuevamente retomar tu actividad.
- Descanso y relajación: El verano también es un momento especialmente propicio para relajarse, descansar y no-hacer-nada (literalmente). Es lo que los italianos llaman el “dolce far niente”. Dedica tiempo para desconectar de tus prisas y costumbres de todo el año laboral, y descansa tanto tu mente como tu cuerpo. Puedes practicar meditación sentado/a o acostado/a, hacer siestas reparadoras o simplemente descansar en un lugar tranquilo al fresco de la brisa veraniega. Permítete relajarte plenamente poniéndote una alarma final para saber cuando volver a tus actividades y mientras no suene, sintoniza con tus sensaciones internas.
- Tiempo de calidad con los demás: Las vacaciones suelen ser una temporada en la que pasamos más tiempo con familiares y amigos, tanto con los que vemos todo el año como con aquellos a quienes vamos a visitar a su pueblo o ciudad, y los que vienen a visitarnos a la nuestra propia. Aprovecha estos momentos en buena compañía para practicar la atención plena en tus relaciones: presta atención plena a las conversaciones, escucha activamente y muestra interés genuino en los demás, indagando en sus intereses, no por curiosear, sino como muestra de aprecio e interés verdadero por su estado emocional. Sé consciente de tus respuestas antes de hablar, no hables para competir en anécdotas con las que te cuenta el otro, y hazte consciente de cómo te sientes emocionalmente en presencia de la otra persona.
Recuerda que la atención plena se trata de estar plenamente atento/a y consciente en el momento presente, sin juzgar ni evaluar.
Disfruta del verano y aprovecha esta temporada para cultivar la atención plena en tu vida diaria.
Feliz verano!