EL CONCEPTO DE FLOW
Mihaly Csikszentmihalyi (1990) describió por primera vez la experiencia de flow, también conocida en castellano como fluir, flujo o experiencia óptima. Este concepto está enmarcado y forma parte de los fundamentos de la Psicología Positiva, el estudio del bienestar y la experiencia subjetiva de felicidad. Csikszentmihalyi definió la experiencia de flow como aquella en que “la experiencia es placentera por sí misma, se da en actividades que las personas realizan a pesar de los costes o el cansancio que pudieran suponerles y se involucran en ellas plenamente, hasta el punto de perder la noción del tiempo”. Decía que la felicidad no sucede al azar, que había que trabajarla y relacionaba la felicidad con una alta frecuencia de estos estados de flow.
Las condiciones que debe tener una actividad para que se dé el estado de flujo son (Csikszentmihalyi, 1990):
- Tener metas claras y realistas.
- Una retroalimentación inmediata sobre la ejecución de la tarea.
- Equilibrio entre las habilidades personales y los retos o dificultades que presente la tarea
Dándose estas condiciones cualquier actividad de la vida podría dar lugar a una experiencia óptima, por ejemplo, la práctica de un deporte, el arte o el estudio de algo interesante.
FLOW EN EL TRABAJO
Aparte de en estas actividades de ocio o de desarrollo personal, el concepto de flow también ha sido estudiado en el ámbito laboral. Según la teoría de la experiencia optima el lugar de trabajo puede ser un escenario perfecto para experimentar flow y será más fácil llegar a este estado si existe una organización en el trabajo (Csikszentmihalyi, 1999). En esta misma línea, Salanova y cols (2006) encontraron que el apoyo social, la innovación y contar con ciertas reglas y objetivos claros se relacionaba con un aumento de los estados de flow.
La experiencia de flow en el entorno laboral fue estudiada en profundidad por Bakker (2008) quien describe la experiencia como momentánea y que debe medirse en frecuencia y no en intensidad. Es más importante evaluar con qué frecuencia los trabajadores alcanzan estados de flow que medir la intensidad de estos. Para medir esta frecuencia diseñó un instrumento retrospectivo, el WOLF (Bakker, 2008) que definía el flow en el trabajo en base a tres componentes:
- Alta frecuencia de placer en la realización de las tareas.
- Alto nivel de concentración.
- Una elevada motivación intrínseca hacia la tarea.
Este modelo se ha utilizado y ha sido comprobado por numerosos estudios de investigación en diferentes ámbitos como el de Salanova y cols (2006) o Nielsen y Cleal (2010). No obstante, es necesaria más investigación sobre cómo los tres componentes pueden relacionarse con la experiencia de flow y entre sí.
Se sabe que los estados de flow mejoran el rendimiento en la tarea, produce numerosos beneficios personales y organizativos y, como comprobaban Kuo y Ho (2010), tiene una relación directa con mayor calidad del trabajo realizado.
FLOW Y MINDFULNESS
Estos dos conceptos se solapan, a veces, en la literatura, por lo que pueden dar lugar a confusión y es importante diferenciarlos. Aunque tienen una relación positiva entre sí, no son lo mismo.
El estado de flow es momentáneo y se caracteriza por un alto nivel de atención. Pero también por un bajo nivel de conciencia. Esto es más eficaz en situaciones que requieran actuaciones rápidas y automáticas. Mindfulness, sin embargo, es considerado más como un rasgo duradero en el tiempo, que un estado momentáneo, y combina un alto nivel de atención y también un alto nivel de conciencia. Como dice Alvear (2015) si recurrimos a los términos de Terapia Cognitiva Basada en Mindfulness (MBCT en inglés) podríamos enmarcar los estados de flow en el modo “hacer” con una serie de objetivos o pequeñas metas y existiría la posibilidad de equivocarnos y hacer las cosas de forma errónea. Sin embargo mindfulness se encuentra en el modo “ser” donde no hay unos objetivos marcados ni hay forma de cometer errores, se puede alcanzar o no un estado mindful, pero no hacerlo mal.
El estado mindful puede dar como resultado una experiencia óptima. Existe mayor probabilidad de entrar en un estado de flow cuando estamos en el estado de concentración en presente con atención y conciencia, dejando pasar distracciones, pensamientos, sentimientos, y todo aquello que no está relacionado con el momento y con la actividad que se está llevando a cabo, que caracteriza mindfulness (Reid, 2011). Este modo de alcanzar el estado de flow a través de mindfulness está avalado por números estudios, que comprobaron cómo la práctica de mindfulness mejoraba el flow y también el rendimiento en atletas de alto rendimiento como por ejemplo Gardner y Moore (2004) o Kaufman, Glass, y Arnkoff (2009).
SABOREO Y MINDFULNESS
El saboreo consiste en la autorregulación de los sentimientos positivos que normalmente genera, mantiene o mejora el afecto positivo, al atender a las experiencias positivas del pasado, presente o futuro (Bryant & Veroff, 2007). Se plantea desde una perspectiva temporal tres formas de saboreo: el saboreo centrado en el futuro, el saboreo del presente y el saboreo del pasado (Bryant, 2003). El saboreo del momento presente es el que puede crear confusión con la práctica de mindfulness. Mientras que en el saboreo se fomenta etiquetar la experiencia de forma positiva, disfrutarla y valorarla positivamente; en mindfulness se pretende observar la experiencia, sin reaccionar, sea positiva o negativa (Alvear, 2015).
El saboreo consiste en centrar nuestra atención en lo bueno, tomarnos nuestro tiempo en observar las cosas positivas de nuestra vida, deleitarnos en las actividades que nos gustan, con tiempo y concentración. Tomar este tiempo y concentrarnos en estos aspectos, saborear los aspectos positivos de la vida, podría crear una mayor capacidad de bienestar y aumentar la experiencia subjetiva de felicidad.
Publicado con permiso del autor
© 2018 by Javier García Campayo y Marcelo Marcos Piva Demarzo
© By Editorial Kayrós SA
ISBN: 978-84-9988-630-5
BIBLIOGRAFIA
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