¿Cuánto tiempo se debe meditar?
Puedes escuchar distintos consejos en relación al tiempo de meditación recomendable. Cada maestro tiene su propia percepción, finalmente serás tu quien decida y adapte el tiempo disponible para cultivar la atención plena. 10 minutos, una hora, dos veces al día. A medida que vayas construyendo una base y practicando la meditación e integrándola en tu día a día parece que media hora es una duración adecuada al objetivo perseguido en cada caso. Ahora bien, cuanto más practiques, más rápido serás capaz de relajarte y cultivar la conciencia plena, y podrás entrenarte para alcanzar algún grado de iluminación. Sentarte durante media hora te ayudará a construir una rutina y generar como un gran contenedor para una práctica de enraizamiento. Si no tienes media hora, practica todo el tiempo que puedas, si sólo son diez minutos será muy beneficioso para tu práctica.
cuanto más practiques, más rápido serás capaz de relajarte y cultivar la conciencia plena
Si no tienes 10 minutos, te sugiero que practiques tan sólo un minuto. Integra la meditación en cinco períodos de un minuto a lo largo de tu día. Elige cinco cosas que ya hagas todos los días: quizá sea un paseo por la misma calle, subir un tramo de escaleras, esperar en la cola del súper, lavar los platos o lo que sea. Durante el primer minuto de esas tareas rutinarias, observa las sensaciones corporales en tres puntos diferentes: los ojos y la región de las cejas, los hombros y el abdomen. Accede a la sensación de presencia, enraízate en esas sensaciones y luego dedícate a lo que estés haciendo. Esta práctica siempre es buena incluso si ya has dedicado 30 minutos a la práctica sentada. Te ayuda a permanecer en el momento presente, a volver una y otra vez a tu cuerpo y ser consciente de estar «despierto/a». Desde el principio, estás aprendiendo a no separar la práctica de la meditación, es decir, la «práctica» de tu vida diaria.
¿Te confunde el concepto de encarnación?
Cuando soy más consciente de mi cuerpo, siento que lo cosifico y me apego más a él. Doy vueltas en este pequeño bucle en el que intento no sentir mi cuerpo para poder sentir una conciencia expansiva. ¿Qué debo hacer? Esta pregunta apunta a nuestros pensamientos discursivos, a nuestra mente pensante, que tiende a cosificarlo todo: es normal convertir todo en una «cosa», y cuando nos relajamos, automáticamente podemos convertir el cuerpo en una cosa también. Para esto es muy útil relajar el cuerpo centrándose en las sensaciones reales y vividas de la piel, los músculos y los tendones. Olvídate del cuerpo como algo sólido; céntrate en las diferentes áreas de la experiencia corporal, en cada parte de la anatomía: la piel, los músculos, las vísceras, los líquidos que recorren nuestro cuerpo, el aire que nos da la vida. Cuando el cuerpo está realmente relajado, no se siente realmente el cuerpo. Lo que se siente es una experiencia corporal de conexión y arraigo, muy alejada de la idea de «mi cuerpo».
Muchas personas están tan desconectadas del cuerpo que huyen de él y recurren a la atención plena u otro método.
Una vez que el cuerpo está enraizado, déjalo a un lado. Comprueba si puedes acceder al tono de sentimiento subyacente de tu experiencia. Tal vez sea una sensación de apego o de satisfacción. (Si puedes acceder a ese sentimiento, permítete resonar para asimilarlo y fusionarlo con tu sensación de arraigo). Muchas personas están tan desconectadas del cuerpo que huyen de él y recurren a la atención plena u otro método. Eso puede ayudar temporalmente, pero sin integrar la plenitud de nuestra experiencia, participamos en el aferramiento y el rechazo, dos de los tres venenos de la mente (el ansia, la aversión y la ilusión; el aferramiento y el rechazo surgen del ansia y la aversión). El objetivo de la relajación es soltar los mecanismos que utilizamos para bloquear el acceso a nuestra experiencia, con el fin de aprovechar el tono de los sentimientos y la frescura del momento presente.
En la experiencia despierta de la conciencia del momento presente, fíjate en esas preocupaciones que tienes sobre la cosificación del cuerpo. Incluso esos pensamientos tienen la cualidad de la frescura. ¿De dónde vienen? ¿Adónde han ido a parar?. Observa su surgimiento y su cese, te darás cuenta de la impermanencia de los sentimientos y pensamientos.
¿Sientes entumecimiento y dolor cuando te sientas a meditar?
¿Es esto un problema? Es bastante común que las piernas, los pies y las manos se adormezcan cuando nos sentamos. Si empiezas a ponerte tenso/a y a preocuparte por tus miembros entumecidos practica la conexión a la tierra, al suelo en dónde reposa el cojín y la relajación de tu cuerpo al descansar sobre el, permite que tu mente descanse en tu cuerpo del mismo modo que tu cuerpo descansa sobre el cojín. Luego, una y otra vez, accede a tu tono de sensación subyacente. Existen múltiples razones por las que podemos experimentar molestias o entumecimiento. Comprueba tu postura: asegúrate de que cuando te sientas en un cojín lo haces correctamente, apoya las nalgas y siente que el abdomen pueda relajarse y siéntete libre para corregir la postura cuando sea necesario. Tan sólo hazlo de modo consciente, evitando automatismos y si los hay se consciente de ellos con una suave «sonrisa». Antes de sentarte, haz algunos estiramientos ligeros, yoga o tai chi. Después de la meditación prueba a masajear suavemente las partes del cuerpo que sientas que te duelen o están adormecidas. Si sigues estos consejos, muchos de estos problemas deberían disminuir.
¿Cuál es la relación entre la concentración de la meditación y la concentración para hacer arte o ser creativo?
Me dedico al marketing y a la comunicación digital y a menudo me distraigo con ideas para mi trabajo mientras medito. La concentración no es blanco o negro, no es una cuestión de tenerla o no. Hay un continuo mental, desde la complejidad hasta la simplicidad. La concentración significa que tienes menos pensamientos discursivos, la mente se vuelve más simple y enfocada. Cuando tu mente está así en la meditación sentada, el tiempo pasa volando muy rápidamente. Pero cuando estás en un proceso creativo hay mucho procesamiento cognitivo. Estás recurriendo a los conocimientos que tienes, pensando en la composición o añadiendo esto o embelleciendo aquello. El tiempo puede seguir pasando rápidamente, pero es incomparable con la concentración meditativa, en la que los pensamientos discursivos son escasos y no se recurre al baúl de conocimientos que se utiliza para hacer las cosas. En la concentración creativa, puedes entrar en un estado de «flujo», en el que el pensamiento discursivo grueso disminuye y la escritura o el arte se producen sin problemas, de forma espontánea. La mente no está cargada de palabras y lenguaje. Sin embargo, el procesamiento cognitivo sutil del pensamiento sigue activo.
En la concentración meditativa sentada o formal los pensamientos sutiles subyacentes (procesamiento cognitivo) quedan expuestos y se disuelven, lo que conduce a un tipo de concentración más profunda y sencilla. Si el meditador está practicando correctamente, esta concentración también será encarnada. Esto sería un tipo de «flujo» más profundo, en el que la mente, el momento presente y la práctica se convierten en uno. La unidad no es el despertar, pero es un ingrediente necesario.