Estamos inmersos en la era de la tecnología digital.
La evolución de los últimos años ha sido realmente fulgurante y posiblemente estamos viendo tan solo “la punta del iceberg”.
Lo cierto es que ya casi no nos podemos imaginar un futuro ausente de tecnología. Y si lo hacemos, queremos que esa imagen desaparezca de inmediato de nuestras cabezas.
Las nuevas tecnologías son de gran ayuda y simplifican nuestras tareas más rutinarias
Internet y las aplicaciones de nuestros teléfonos móviles nos facilitan muchas de las actividades diarias: hacer la compra, consultar el tiempo, buscar respuestas a prácticamente cualquier pregunta que nos surja. Incluso llegamos a preguntarle cualquier cuestión a viva voz sin inmutarnos… estas aplicaciones son prácticamente un miembro más dentro de nuestra vida cotidiana.
Las nuevas tecnologías son de gran ayuda y simplifican nuestras tareas más rutinarias. ¿Quién querría prescindir de toda esa ayuda?
Las empresas tecnológicas: Google, Apple, Microsoft, Facebook, Twitter, etc. saben bien de nuestra «dependencia» de la tecnología y usan sus bazas para «fidelizarnos» y “facilitarnos la vida”.
Cada uno de nosotros en nuestro entorno familiar y laboral intentamos conseguir lo que queremos o lo que nos parece más conveniente y usamos la tecnología para ello, como para vender a un cliente un nuevo producto.
Con las empresas tecnológicas ocurre lo mismo, utilizan las herramientas a su disposición para conseguir sus objetivos de rentabilidad o usuarios. Del mismo modo que nuestro cliente tratará de conseguir el mejor precio o el mejor producto y nuestro/a hijo/a nos mantendrá contentos estudiando un rato más para conseguir unos minutos más de videojuegos.
Es tan sólo el juego de la vida.
Si estamos atentos, seremos conscientes de nuestro comportamiento por nosotros mismos o porque nos vemos reflejados en los demás.
Llegados a este punto, todo esto nos parece normal visto a grandes rasgos. No obstante, si estamos atentos, seremos conscientes de nuestro comportamiento por nosotros mismos, o porque nos hemos percatado del comportamiento de las personas que nos rodean y nos vemos reflejados en ese afán irracional que surge cuando nos situamos frente a nuestro smartphone o la pantalla del portátil.
Quizá preferimos mirar hacia otro lado para no ver esa identificación porque no nos gusta lo que vemos, y aún así, no queremos/podemos dejar de hacerlo.
Siempre tenemos la capacidad de reconocer nuestro propio comportamiento y nos engañarnos diciéndonos que podemos «dejarlo en cualquier momento».
Si nos paramos a escuchar nuestro diálogo interno y a darnos cuenta, habremos dado un salto de gigante para reconocer que realmente nuestro uso de la tecnología puede estar sobrepasando lo razonable.
Podemos aplicar métodos de atención plena que nos permitan ser conscientes de nuestro comportamiento con la tecnología.
Llegados aquí es el momento de tomar medidas. Estas medidas pueden ser de tipo práctico e inmediatas: las que consisten en apagar o silenciar el teléfono o el portátil, ponerlo en silencio o configurar las múltiples opciones que nos permitan aislarnos de sus llamadas de atención.
Además, disponemos de nuestra voluntad, del sentido común y sobre todo podemos aplicar métodos de atención plena que nos permitan ser conscientes de este comportamiento. Reconocerlo de forma amable/compasiva, aceptar que es algo real que nos está ocurriendo y saber que podemos actuar para resolverlo.
La clave es «darnos cuenta». Sin esta “iluminación” será casi imposible que los siguientes pasos se puedan dar de forma voluntaria y efectiva.
El mindfulness puede ser una de las herramientas más efectivas a la hora de transitar por este resbaladizo escenario.
Así es que el mindfulness puede ser una de las herramientas más efectivas a la hora de transitar por este resbaladizo escenario.
El uso excesivo de las nuevas tecnologías no es más que una nueva manifestación de adicción, parecida al alcoholismo o la drogadicción, pero distinta, más sutil y silenciosa y socialmente admitida en general.
Con el fin de identificar cuál es nuestro comportamiento cotidiano con la tecnología, podemos meditar sobre nuestro comportamiento o incluso tratar de hacer una práctica informal mientras “navegamos” siendo conscientes de cómo se desarrolla nuestra visita a una red social o mientras compramos por la red. Podremos sentir incluso cómo se acelera nuestro pulso y cómo nos sentimos. Podemos no dejarnos arrastrar y pararnos para dejar que nuestra consciencia tome el control. Observar el comportamiento de las personas que nos rodean en casa o en el trabajo, y ser capaces de reconocer nuestro propio comportamiento en el suyo, sin esquivar el sentimiento que esto nos produce. Y sobre todo ser compasivos con nosotros mismos y aceptar este hecho ya que es lo que nos ayudará de forma clara a relacionarnos de manera más sana y equilibrada con la tecnología.
A modo de ilustración se acompañan unos enlaces a alguno de los estudios más recientes que hacen referencia a la adicción o uso excesivo de las tecnologías y sus consecuencias para la salud.
- Análisis del impacto de M-learning y la investigación científica relacionada.
- El valor social de la NeuroComunicación en las campañas de prevención y tratamiento de las Ciberadicciones
Además de estos estudios no tienes más que teclear en tu dispositivo la palabra “adicción” combinada con cualquiera de las siguientes: internet, móvil, redes sociales, tecnología, etc y obtendrás un buen número de resultados.
Bibliografía Mindfulness:
Mindfulness y Adicción, Valerie Mason-John (Vimalasara), Ed. El Rincón del Mindfulness. ISBN: 978-84-17528-10-2. En este libro, Vimalasara trata sobre las adicciones en general y dedica un anexo a las adicciones tecnológicas.
Información interesante y que puede que te haga pensar …

Del internet de las cosas al internet de los sentidos, minuto 11:15